Páginas

miércoles, 29 de abril de 2015

Lo que opino de mi profesión

Desde ya, os lo digo. Gran parte de la gente que lea esto y sea de profesión traductora puede soltar parrafadas (como solo los traductores sabemos hacer, bien argumentada y con bibliografía) en contra de lo que aquí voy a decir. Pero, porque siempre hay un pero suelto, esto es ni más ni menos lo que yo pienso sobre el tema. ¿Qué puedes hacer al respecto? Esa parrafada necesita bibliografía de calidad para que cambie de opinión.

Creo que deberíamos dejar de indignarnos cuando la gente llame a los intérpretes traductores y te tomen por actor o actriz. Sé que muchos de nosotros pasamos cinco años limpiando, fijando y dando esplendor a nuestros idiomas, a la lingüística, documentación, terminología y al protocolo, entre muchísimos otros temas interesantes. Tú y yo sabemos que, grosso modo, la traducción no tiene nada que ver con la interpretación (además de que en el proceso se utilizan idiomas), pero la gente de a pie ignora todo ello. No porque la gente sea ignorante, ojo, sino porque no todo el mundo sabe de todo. Tengo amigos de una gran cantidad de profesiones y, te puedo decir, que no sabemos casi nada de un porcentaje muy muy alto de todas ellas. ¿Y qué?

La gente normal no sabe si quiere un traductor para una conferencia o para editar otro libro, lo que saben es que quieren que un mensaje en un idioma sea comprendido en otra diferente. Somos un sobre mágico en el que meten una carta y esperan que la persona que lo abra lo entienda. Llevo aprendiendo a ser traductora desde hace diez años y mi familia aún sigue confundiendo términos. Y no es que mi familia sea tonta, es que no hay quien se lo meta en la cabeza. Los esquimales tienen palabras para tipos de nieve porque las necesitan. ¿Necesitamos tanto ser reconocidos como traductores o intérpretes como la tilde en guion?

Pero este tema es un caso particular y lo único que hace es dejar entrever en lo que los traductores nos convertimos cuando actuamos en masa. Somos puntillosos hasta dar asco, con la gente de dentro y con la gente de fuera. Da igual. Algunos grupos de traductores en redes sociales son el tipo en el que te juegas el cuello abriendo la boca cuando tienes una duda. ¿Será una pregunta de traducción de verdad? ¿Se considerará inapropiado? ¿Se me escapará alguna falta de ortografía? ¿Ofenderé a alguien y me dirán que no sé hacer bien mi trabajo?

Con esto tampoco estoy diciendo que yo no deteste con toda mi alma los comentarios estúpidos de "quiero traducir este poema al chino, alguien me puede echar una mano" de personas que han pensado que es una gran idea unirse a un grupo de traductores profesionales para que te traduzcan las letras de tu grupo de pop favorito. Pero hay que aprender a respirar hondo. Inspirar, espirar y expiar. Porque realmente te gustaría zarandear alguna que otra neurona a ver si le entra el sentido común. Pero para qué.

Ahí reside la solución, en que la gente diga "y qué" más a menudo. Para ti es una pregunta tonta pero no causa mal alguno al mundo, no envía más polución a la atmósfera ni rompe ninguna ley. ¿No será mejor seguir dándole a la ruleta del ratón para abajo (o los dos dedos para arriba si eres pijo y tienes una manzana mordida) y todos tan amigos? No te voy a ayudar, ¡si alguien quiere ya lo hará!
Derrochamos energías en batallas que no tienen tanto sentido y luego al final nadie se da cuenta de que lo más importante es que tenemos el potencial de ser una comunidad unida con muchas cabezas pensantes que pueden llevarnos a buen puerto en temas relevantes.

Estamos preparados, tenemos una capacidad de esfuerzo y entusiasmo fuera de lo común, nos gusta aprender y crear con creatividad. Es una profesión guai. Solo tenemos que bajar ese escalón y colocarnos al nivel de todos los demás.


Ahora no me linchéis mucho, por favor.

domingo, 29 de marzo de 2015

Enfadada

Soy plenamente consciente que hace como un año que no escribo ni una letra en una fuente pública, pero hoy ha ocurrido que he descubierto algo que, hasta el momento, no me había pasado: alguien ha decidido ser creativo y ha robado el nombre de mi blog.

Aunque ya imaginaba que ver tus creaciones con otro nombre debía ser una sensación poco grata, hasta el momento no pensé que estaba aportando a este mundo digital algo susceptible a ser copiado. Bueno, aunque me llena de orgullo saber que sí, que algo he hecho, me siento como si alguien hubiera suplantado mi identidad y estuviera intentando violarla con un fondo negro y letras en blanco y rojo (qué-poca-originalidad. De verdad). ¿Tan poca clase merece este título?

Cuando se me ocurrió el nombre estaba pensando en un espacio verde, lleno de sonrisas de perezosos y letras. ¿Dónde ha quedado eso?

Estoy buscando el buen gusto en su Tumblr. Necesitaré un buen rato.

Le he hecho feedback sobre lo que me parece su falta de gusto (y no he puesto mi correo electrónico real porque he pensado que a lo mejor el nombre le gustaba mucho y lo usaba para un blog). Es una pena que no haya hecho una impresión de pantalla o, simplemente, haya copiado el mensaje para dejarlo aquí como testimonio. De todos modos, esa persona me conoce. Tenemos demasiados amigos en común para que apareciera de manera espontánea aquí y decidiera, de manera anónima y sin ligaduras, plagiarse. 

Así que para todos aquellos que lean esto y deseen echarme una mano, me gustaría preguntarles cómo puedo hacer para denunciar esa copia y si existe alguna posibilidad de obligarle a cambiarlo. También, para quien se haya estudiado un poco Creative Commons, ¿cómo funciona? 

En vez de Enfadada, este post debería llamarse Arrebatos de mala hostia española. Pero dicen que insultar en público no es de buena educación, y yo ante todo soy una señorita.