Metro de Madrid

Este fin de semana pasado, trasladé mi pequeña madriguera a la capital para dar la bienvenida a una compañera que hacía tiempo que no pisaba tierras españolas y pasar unos días allí a modo de vacaciones. El último día cuando ya nos íbamos hacia el aeropuerto en metro —que por cierto, qué señores 2 euros te hacen pagar por ir allí, qué señora estafa— me acordé de el dato curioso que envuelve a ese transporte público y, como toda esa información innecesaria y curiosa que muchas veces memorizamos sin querer —en este blog la llamaré Hojas curiosas, en honor a la comida de nuestros amigos los perezosos y a la vez a aquello con lo que se alimentan nuestras cabezas—, me apetecía compartirla con mis compañeras de viaje.

Qué decepción, qué desacato. No sólo se rieron de mí, ¡sino que desmintieron mis afirmaciones diciendo que ellas habían visto al metro circular de manera normal! No quería montar una batalla campal y como buena Perezosa que soy me callé y pensé «vale, eso ya lo veremos cuando me pueda documentar como es debido en casa»; y efectivamente, aquí estoy. Documentada.

El metro de Madrid se creó en 1919, cuando en esta ciudad se circulaba por la izquierda como en Inglaterra —de hecho, en España hasta los años 30 no tubo una norma de circulación para toda la nación—. Un dato curioso que he encontrado, esto ya que sea cierto o no será otra historia, es que eso de circular por la izquierda viene de la Edad Media, porque los caballeros dejaban este lado protegido por la maleza y en caso de necesitar utilizar la espada —con la diestra— era mucho más fácil.

Por otro lado, como las líneas de metro son totalmente independientes del resto de líneas ferroviarias nadie ha sentido la necesidad de pagar una cantidad tal de dinero para cambiar los sistemas de señalización.